Mes del Santo Rosario
El 7 de octubre la iglesia católica celebra a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Rosario; festividad que nos recuerda la historia de una intervención poderosa de la Madre de Dios.
El 7 de octubre de 1571, dos navíos se enfrascaron en una batalla decisiva que determinaría quién controlaría el tráfico marítimo en los mares Mediterráneo, Adriático y Egeo. El destino de Europa occidental dependía del éxito de los cristianos en esta contienda naval, que implicaba más de 400 barcos de guerra (fue la batalla naval más grande en Occidente por siglos).
Pío V sabía que necesitaba más que solo fuerza militar para defender la Europa cristiana, así que pidió a todos los fieles rezar el Rosario, invocando la intercesión de nuestra Madre Santísima. Al final de la Batalla de Lepanto, la Santa Liga salió victoriosa impidiendo permanentemente la expansión del Imperio Otomano.
Al año siguiente, Pío V estableció una fiesta el 7 de octubre en honor de la Madres Santísima, llamada originalmente Ntra. Sra. de la Victoria. Luego de unos siglos, el nombre cambió por Ntra. Sra. del Rosario para reconocer de forma más clara que la oración fue el poder más grande en aquel día en los mares.
En 1571, el rosario todavía era una forma relativamente nueva de orar en la iglesia universal. El Papa Pío V había emitido un decreto estableciendo formalmente la devoción al rosario en la bula papal Consueverunt Romani Pontifices tan solo dos años antes de la Batalla de Lepanto. La promulgación universal del Santo Padre reconocía la creciente devoción a nuestra Madre Santísima a través de Europa, al igual que el incremento de la oración del Rosario en varios sitios. La devoción al Rosario fue promovida en especial en el siglo XIII por Sto. Domingo y en el siglo XVI por Sn. Pedro Canisio (quien, según la tradición, agregó el último verso al Avemaría en que decimos, “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”, impresa oficialmente en el Catecismo del Concilio de Trento en 1566. Los primeros dos versos del Avemaría son adaptaciones de Lucas 1,28 y 1,42).
El origen del rosario es complejo. El uso de cuerdas anudadas para contar oraciones o versos de la Escritura (incluyendo el Padrenuestro y la Oración del Corazón) es una práctica antigua encontrada incluso en culturas no cristianas. Más probablemente, la recitación cristiana de 150 de esas plegarias tenía el propósito de imitar la práctica monástica de la Liturgia de las Horas en que los monjes rezaban los 150 salmos cada día.
La estructura del Rosario como la conocemos hoy se desarrolló de forma importante entre los siglos XII y XIV mientras la gran colección de 150 oraciones era dividida en grupos de 50 separados por versículos o temas bíblicos (hoy llamados misterios). Son estos misterios, agrupados como un ramo de rosas en el jardín, lo que dio lugar al nombre de Rosario a esta forma de oración.
El Rosario es una forma viva de oración y sigue en desarrollo aun en tiempos recientes. Una invocación conocida como la Oración de Fátima fue añadida a inicios del siglo XX. En 2002, el Papa Juan Pablo II añadió un nuevo conjunto de cinco reflexiones llamadas Misterios Luminosos que motivan a tener meditaciones adicionales sobre la vida de Jesús.