Visita al Santísimo
En esos ratos de oración ante el Santísimo, ante Jesús Sacramentado, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene. Es un momento oportuno para renovar nuestro propósito de ser santos y de responder generosamente al amor de Dios. En la adoración a Cristo Jesús también podemos pedir perdón por nuestras faltas y pecados, reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder para perdonarnos y que lo ejerce por medio de sus sacerdotes en el confesionario, renovando nuestra confianza en su misericordia.
Podemos rezar por los demás, por nuestros familiares, los amigos, por los necesitados, los sufrientes, los enfermos, los agonizantes, los pobres... También por la Iglesia, el Papa, los obispos, los sacerdotes...Por los desvalidos, por los que necesitan de la fe y se creen abandonados de Dios, por la conversión de los infieles y de los seguidores de las falsas religiones, por el arrepentimiento de los herejes...Podemos ofrecer un acto de reparación por los pecados nuestros y ajenos, en especial por las ofensas que se profieren contra el nombre de Dios y los sacrilegios que se realizan contra el Santísimo Sacramento; por los crímenes contra los no nacidos, por los pecados contra la moral y la castidad; por las faltas contra la justicia; por el flagelo del crimen organizado... En fin, en cada uno de nosotros anidan diversas intenciones y necesidades que podemos presentar con fe y confianza. ¡Ojalá podamos hacer de la visita al Santísimo un hábito que tendrá muchos frutos en nuestra vida espiritual!